REDACCIÓ
Hemos dejado atrás un nuevo verano con la percepción de que este año la ciudad ha recibido más visitantes que en temporadas anteriores. Así lo hemos vivido en los diferentes alojamientos gestionados por Grupo Rosell y así me lo han transmitido compañeros del sector. Sin grandes alardes, podemos decir que el turismo en la capital tarraconense ha ido razonablemente bien hasta la fecha en este 2018.
El comportamiento del turismo en Tarragona ciudad choca con el del conjunto de la provincia, donde según datos del INE hasta finales del pasado mes de agosto el número de visitantes, ya fuesen nacionales o extranjeros, había caído un 9% en comparación al mismo periodo de 2017.
¿A qué se debe esta diferencia entre Tarragona ciudad y la Costa Daurada?
Hay varios factores que pueden explicar esta tendencia, pero ninguna de ellas es definitiva por si sola.
La primera de ellas es la gran incidencia que el turismo internacional tiene en destinaciones vacacionales como Vila-seca, Cambrils y especialmente Salou. Un año de inestabilidad política o la aparición de nuevos mercados sin duda alguna tienen efecto inmediato en la ocupación de las miles de plazas que ofertan los grandes hoteles de la Costa Daurada. Tarragona ciudad, con una escasa oferta hotelera destinada a ese tipo de turismo de sol y playa, se mantiene al margen de la programación de los grandes touroperadores turísticos.
La segunda es el modelo. Mientras la Costa Daurada lleva décadas proyectándose como destinación ideal para disfrutar del verano, la capital Tarraconense apenas ha dado sus primeros pasos para convertirse en ciudad turística. Aun así la administración local, a través de su Patronat de Turismo, se esfuerza en dar a conocer el atractivo turístico de la ciudad, sobretodo en el mercado nacional, pero nunca con el sol y playa como bandera. Las consignas, y creo que de manera acertada, pasan por proyectar Tarragona como una capital digna de visitar en cualquier momento del año, con una importante oferta cultural y patrimonial, gastronómica y de ocio. Todo eso sin olvidar que Tarragona, además, también tiene sol y playas excelentes.
La tercera, y para mí la más importante, es la diferencia potencialidades. Mientras la Costa Daurada deberá trabajar en los próximos años en no perder peso y adaptarse a la gran competencia sobrevenida de destinos como Croacia, Túnez, Egipto y Turquía, donde nos superan en la oferta tipo resorts con ‘todo incluido’, la ciudad de Tarragona tiene la ventaja de estar ‘virgen’ y con todo el camino por delante para desarrollar un modelo turístico propio y complementario al que representa la Costa Daurada. Hablamos de un modelo, una Marca Tarragona, que priorice el turismo familiar y cultural, deportivo, universitario y de negocios… Un modelo alejado de la aglomeración veraniega y capaz de contribuir a la dinamización del comercio y de la vida en las calles los 365 días del año.
¿Qué queremos ser?
Tarragona debe preguntarse seriamente si en el futuro quiere ser una ciudad turística y de servicios o una ciudad dormitorio. En caso de apostar por el desarrollo de políticas para atraer visitantes, es prioritario gestionar correctamente nuestros atractivos y acompañarlos de servicios públicos de calidad. Así es necesario disponer de calles limpias, de fachadas saneadas, del menor número de locales comerciales vacíos, de una buena red de transporte público, de unos barrios seguros y de máximas facilidades para el estacionamiento, entre otras muchas cosas. En definitiva, lo que queremos para nosotros debemos ser capaces también de ofrecerlo, incluso más, a los que nos visitan. La administración local debe ser la primera en dar pasos en este sentido, con acciones concretas que mejoren las prestaciones de la ciudad en temas básicos como la limpieza, la movilidad o la conservación del patrimonio como paso previo a tener una ciudadanía orgullosa y con sensibilidad hacia el turista.
Marca Tarragona
Partiendo de la base que conseguir una ciudad ordenada y que sea motivo de orgullo no es una tarea fácil, otro reto mayúsculo es darla a conocer. Tarragona es una pequeña joya del mediterráneo totalmente desconocida. Una ciudad acogedora, estratégicamente ubicada que, por razones varias, ha vivido a la sombra de la imagen proyectada por la Costa Daurada. Y aquí es donde, viendo el buen comportamiento del turismo en Tarragona ciudad a pesar de las dificultades en el conjunto de la provincia, es donde uno llega a la conclusión que la capital necesita generarse una marca propia que la proyecte en el mercado catalán y español, primero, y en los mercados internacionales después. Tarragona no es la Costa Daurada. No es un destino vacacional para pasar quinze días tomando el sol a 500 metros del hotel o el apartamento. Tarragona es y debe ser una ciudad que ofrezca experiencias, que invite a vivirla y a visitarla a menudo. Un destino familiar que poco a poco cree su propio espacio y estilo en el Mediterráneo como ya lo consiguió hace 20 siglos en épocas de César Augusto.
Los que nos dedicamos profesionalmente a esto del turismo en Tarragona lo tenemos claro. Creemos en la potencialidad de la ciudad y así lo reiteramos ante nuestros representantes políticos en todas las administraciones competentes. La creación de una Marca Tarragona oficial y reconocida por todas ellas complementaría a la Costa Daurada y les Terres de l’Ebre, ayudaría a mejor promoción del sur de Cataluña y a una progresiva desestacionalización del turismo más allá de los meses de temporada alta.
Otra ciudad catalana con mucho menos que ofrecer a sus visitantes, Girona, ha conseguido hacerse un hueco y un nombre propio en plena Costa Brava. Y eso sin tener playa. ¿Por qué Tarragona debe ser menos?
Iñigo ROSELL
President Grup Rosell
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