REDACCIÓ
“Muchas veces me ha sorprendido el temple de estos guardias civiles que sufrieron atentados terribles en los que murieron algunos de sus hijos pequeños y que ni perdieron la cabeza ni se lanzaron a tomar represalias. Imagino a un guardia civil que detiene a un terrorista que ha asesinado a su hijo, o al hijo de un compañero, y él tiene un arma. Debe tener un sentido de la disciplina gigantesco para refrenarse…”
Son palabras de Xavier Arzalluz, una persona a la que –a priori- no se la puede acusar de proximidad o simpatía por la Guardia Civil. Pero son palabras ciertas. Hay verdad en ellas. Y son palabras que tienen plena vigencia hoy cuando el sacrificio de centenares de estos guardias civiles de los que hablaba Arzalluz ha culminado con la derrota del terrorismo etarra que durante décadas pareció indestructible. Y no es una derrota gratuita, es una derrota del terror que se ha conseguido gracias al valor de miles de hombres y mujeres anónimos, y de sus familias, que dieron la cara y defendieron las libertades de todos en un contexto dificilísimo.
Personas valientes que merecen nuestro reconocimiento, respeto y admiración. Esta reflexión me ha recordado la conversación que mantuve en una ocasión con un alcalde independentista de un pueblo del interior de las comarcas tarraconenses. Eran los años en que diversas bandas de ladrones protagonizaban robos con violencia en entornos rurales. Pues bien, el alcalde en cuestión pidió a su diputado en el Congreso, también independentista, que se reuniera con el ministro del interior para pedir refuerzos de la Guardia Civil y destinarlos a su pueblo. Al preguntarle yo por qué guardias civiles y no otros cuerpos de seguridad el alcalde me respondió que “si tienes una masía dónde hay ladrones armados robando y llega un guardia civil, aunque solo sea uno, puedes estar seguro que entrará a hacerles frentes, aunque se juegue la vida.”
También hay verdad en estas palabras. Y quiero recordarlas hoy cuando, tristemente, muchos guardias civiles son víctimas de insultos, burlas o vejaciones morales por parte de sectores minoritarios –pero no residuales- de nuestra sociedad. Las considero especialmente injustas, individual i colectivamente.
Vivimos en una democracia y, por tanto, todo el mundo tiene derecho a la libertad de expresión. Evidente. Pero quiero aprovechar esta fórum para dar públicamente las gracias a los agentes de la Guardia Civil de la demarcación de Tarragona, y a sus familias, por su excelente trabajo, no siempre reconocido pero constante y diario, en defensa de la seguridad de todos, en nuestros pueblos y ciudades.
En efecto, la Guardia Civil ha ejecutado en estos últimos años brillantes operaciones contra el tráfico de drogas en nuestras comarcas, ha rescatado a personas que se encontraban pérdidas o que habían sido secuestradas y se ha enfrentado con bandas organizadas llegando al sacrificio de la propia vida, como el guardia civil que fue asesinado hace unos años en Salou cuando se enfrentaba a los ladrones que estaban robando una joyería. Esta vocación de servició como mínimo merece respecto, cuando no admiración.
La Guardia Civil ha demostrado en todo momento una eficacia implacable en la lucha contra la corrupción. Tampoco es nada nuevo, de hecho quien fuera Comisario General de Orden Público de la Generalitat, Frederic Escofet, decía que “la Guardia Civil es honesta, exacta y insobornable.” Y siempre desde el respeto escrupuloso a nuestro ordenamiento democrático, a la Constitución y a nuestro Estatuto. Amigos guardias civiles, ¡que no os confundan los gritos! Somos muchos los tarraconenses que estamos orgullosos de vosotros. De saber que tenemos en nuestras comarcas a centenares de servidores públicos profesionalmente muy competentes, disciplinados, personalmente sacrificados y conscientes de su deber de servir a toda la ciudadanía desde el respecto a la voluntad popular y a nuestro ordenamiento democrático.
Mientras acabo de escribir estas líneas me llega una imagen a mi teléfono móvil en la que veo a agentes de la Guardia Civil protegiendo un acto de ERC, en una localidad valenciana, por la presencia de un grupo de intolerantes de extrema derecha. Y esta imagen de la Guardia Civil defendiendo los derechos políticos democráticos de todos frente al fanatismo de unos pocos es para mí el símbolo y el paradigma de unos hombres y mujeres valientes y honestos a los que se niega, con demasiada frecuencia, el reconocimiento de la dignidad y la profesionalidad que demuestran cada día.
Rocío LEÓN
Vicepresidenta Sociedad Civil Catalana Tarragona
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