29. Març 2024

SERGIO FARRAS: Prostitución a ras del asfalto

Ser prostituta no debe de ser nada fácil, ni tampoco del hacer tablas y quehacer del vicio en una atmósfera casi siempre marginal. Ser cliente igual es cosa más de corriente y de simple actividad de ocio sexual, despreocupado pidiendo servicio sexual al borde y en el arcén del asfalto de cualquier carretera. Pero dentro del marco legal, o mejor dicho “alegal”, que siempre ha rodeado a este tema siempre de discusiones  eternas y demasiado ambiguas, la prostituta suele salir casi siempre perdiendo. Según los estudiosos en estos temas, los perfiles de cliente que utiliza estos servicios ahora son hombres casados u hombres jóvenes. Son los que no deberían consumirla, y parece ser un problema de educación sexual.

En Tarragona la Llei Mordassa ha fecho cambiar los  hábitos de prostitución en las transitadas carreteras i en los clásicos prostíbulos. En contra y para la impureza o virtud del putero habitual.  Pues ve éste como aumentan los pisos que ofrecen servicios sexuales a la carta y según tributo a apoquinar en la mismísima ciudad.

Ejercer y alquilar el cuerpo para un sexo más bien rápido y ordinario en la cuneta de cualquier carretera ya no está bien visto ccmo antes. Y como en este siglo XXI, todo parece que evoluciona exponencialmente y no linealmente,  que va mutando la cosa como si fuese el delirio más cuerdo donde jamás llega la sana solución de este tema. Pues el oficio que dicen que es el más antiguo del mundo se va conmutando para adaptarse a los nuevos tiempos, incluidas las nuevas tecnologías que todo lo ofrecen y todo lo quitan. Pero no nos engañemos, la prostitución; por su condición de demanda de hombres instintivos y de gregarias costumbres, ha sido y será cometido de demanda en detrimento de los colectivos más vulnerables.

La prostitución callejera siempre será oficio ejercido con mayor o menor crítica moral e hipocresía social, que siempre va medio escondido con barros y lodos que casi todo lo tapan. E Igual, todo lo expuesto en esto de la prostitución no sea nada más que un cambio de escenario, un decorado falso y amañado hecho en otra escenografía más discreta e hipócrita, pero que no elimina ni quita el eterno conflicto de regularizar esta actividad sexual. Porque igual, los que legislan, piensan aquello de que: no hay vicio que no quite salud.

“Ningún político se ha tomado nunca un café con una prostituta para ver qué necesitan”. Como dice Mamen Briz, portavoz de Hetaira, un colectivo en defensa de los derechos de las prostitutas que vela por la normalización de esta actividad.

La prostitución en la vía pública, igual ya es de anacrónica escena para el ciudadano que no le interesan estos temas del placer por prepago y retribución de recreo de la carne que siempre es débil. Y entre candilejas del recuerdo de otros tiempos más desorientadores y confusos, las prostitutas callejeras pasan a ser como una evocación y recuerdo del pasado, más de corte de mausoleo y estudio para los antropólogos más eruditos que de legislaciones de dudosas y confundidoras normas sancionadoras que no contentan a todos.

Los Mossos d’Esquadra en la zona del Camp de Tarragona han reducido a la mitad del monto la actividad de la prostitución en carretera. Eso puede contentar a la mayoría de ciudadanos y ciudadanas, e igual, hasta  el de evitar un problema de salud pública por las condiciones indeseables e insolubles en las que se ejerce este siempre murmurado oficio, normalmente de más prejuicios sociales que de darle una solución práctica y objetiva. Aunque la presión policial no es siempre seguridad de disuasión del cliente vicioso y libidinoso que se la juega a la sanción punible, y que se las sabe casi todas a la hora de meterla en “caliente”.

Las prostitutas no son como las Geishas, son más de cortesana condición y no son esposas ni amantes al uso de nadie, son sólo un suspiro de vicio carnal por un miserable instante. ¿Son el problema principal las prostitutas o el cliente de viciosas intenciones? La prostitución callejera siempre será un problema pendiente de solución, de encajar deportivamente el instinto primario y promiscuo del género humano masculino, que por norma, seguirá utilizando este tipo de servicios sexuales.  Porque en la prostitución, el cuerpo no se vende, se emplea y se arrenda por unos míseros euros y unos ruines instantes de placer y alegría para el cuerpo, de instintos de naturaleza impulsiva que no son siempre claros y nítidos como un amor de adolescencias.

La prostituta es una actriz de todo este conglomerado de vicios y lascivas conductas que no llegó nunca  a conseguir su rol de artista, por su carencia de aceptación popular y de hipocresías varias de su mundo secreto y de vicios ocultos, del cruel proxenetismo y de las mafias que trafican sin escrúpulos con seres humanos. Y como no, de los clientes cooperadores necesarios que acuden a este tipo de servicios como si fuesen una manada de jauría instintiva y depredadora carnal. Pues esto de las legislaciones y las prohibiciones a los usuarios del “puterio”  les resbala bastante. Y hasta igual, algunos encajan la sanción que les puedan disponer como parte de su necesidad y apuro de una fornicación instintiva y hasta a veces pervertida.

Y como dijo Flora Tristan;  escritora, pensadora socialista y feminista francesa: “La prostitución es la más horrible de las aflicciones producidas por la distribución desigual de los bienes del mundo.”

Sergio FARRAS
Escritor tremendista

 

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0 comments

  • Montserrat Lago Lafuente

    20 Agost, 2017 at 8:15 am

    Como siempre un artículo acertado que pone el dedo en la llaga en torno a la prostitución, pero y perdona porque a pesar de que eres un magnífico representante de sexo masculino, no debes ignorar que para muchos el poseer a una mujer, plegarla a sus caprichos sexuales y pagarle por sus servicios debe ser una sensación de fuerza y poder que les hace monarcas, de la depravación y la bajeza moral, pero reyes de un cuerpo usado como una bayeta para lavarse sus carencias afectivas

    Reply

  • Sergio

    23 Agost, 2017 at 11:01 am

    Si bien comparto no pocos puntos de tu artículo soy del parecer de que la prostitución o por lo menos la visión de la misma como actividad laboral no reglada en países como España no solo ha cambiado sino que está captando cada vez más a un público más joven, no solo a nivel de prestación sino de contratación.

    Hay estudios realizados que avalan que la visión de la prostitución simplemente a cambiado y que la misma no solo se ve con una mayor tolerancia entre jóvenes sino que la misma es un recursos incluso para los mismos.

    No se cual será la solución, o si uno de los oficios más antiguos del mundo requiere de una reglamentación especial en nuestros tiempos, pero para mi está claro que existir continuará existiendo por una regla básica e inalterable de nuestra sociedad: si hay demanda, siempre habrá oferta.

    Reply

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