26. Abril 2024

SERGIO FARRAS: Agresiones sin sentido al colectivo gay

OPINIOYo ya estoy cansado de decirlo: “La ira y la rabia son sentimientos propios de personas débiles y cobardes.” La pasada semana una pareja de chicos de Berga fueron agredidos con un llanto de lástima y de triste  terror en la mirada por unos viles homófogos, que con el rostro y la vana excusa tras la máscara escondida en la vil coartada de la noche, les dio por atacar a los que no ven la vida como lo hacen sus limitadas mentes. La pareja de Berga recibieron una paliza por el hecho de ser homosexuales y tras besarse en público cerca de una discoteca de la localidad barcelonesa durante la noche del sábado a domingo.

sergio_farrasLa orografía mental de estos sujetos que van dando palos a otras personas que disfrutan de una condición sexual distinta a la suya,  funciona muy  diferente al normal comportamiento objetivo y respetuoso de la mayoría. Pues estos sujetos que atacan como fieras de irracional  rabia alimentadas y fecundadas sus actuaciones de odios inimaginables, son tan rancios y de anticuados pensamientos como de irracionales conductas.

Estas cobardes agresiones que acaban llamando la atención como bengalas, iluminan vehemente su maldad al compás de la complicidad del alcohol o de la leve enfermedad neurótica que no tiene excusa, y ni mucho menos atenuante justificativo que les exima de sus mezquinos actos.

La triste noticia del ataque a estos dos jóvenes, saltó a la luz después que uno de los dos chicos agredidos hiciera público el incidente en su  perfil de redes sociales. “Así hemos acabado por besarnos delante de una discoteca de Berga”, explicaba uno de los agredidos, que  compartió una fotografía dónde aparecen él y su novio gravemente magullados.

Las heridas de la carne sanan, pero los golpes y la impotencia del derecho a ser como uno desea y siente, quedan en el recuerdo de la memoria y la que el corazón custodia. Fue ésta una agresión estéril, sin sentido y de cobarde condición. Todo ello porque una pareja de amantes del mismo sexo quiso darse un dulce beso entre dos hombres que lo tienen bien claro, lo que por deseo natural les pertenece. Todo esto nos deja perplejos en estos tiempos tan libertarios y modernos de los que a veces presumimos y vivimos, donde la mayoría tolera y respeta condiciones y atributos de cada cual como no puede ser de otra manera, empatizando con un sentimiento de tolerancia y respeto hacia cada uno.  Pero tristemente, una minoría se mueve entre las sombras del analfabetismo social y del buen convivir, del quebrantar el respeto ajeno con este tipos de actos repulsivos que hacen que dudemos entre todos y todas que estamos conviviendo en una sociedad contemporánea y de igualdades, sin cínicas ni frugales maneras ruines y falsas de ver la vida.

De momento fue sido detenido un joven de 19 años por dicha agresión. Pero lo que preocupa es que la concurrencia que allí estaba en el momento de la triste agresión, parecía más de jauría que le acompañaban que de ayudar o detener el infausto momento. Por eso la policía está investigando si hay más personas implicadas en el ataque que sufrió la pareja aquella noche de madrugada ante una discoteca después de darse tal cómplice beso que alimento las irracionales cóleras, lo que ha supuesto un rechazo total y una  reacción de solidaridad con las víctimas de la agresión. La familia del detenido por agredir a la pareja gay se disculpó con las víctimas, porque aseguran que detrás no hay motivos homófogos, sino una enfermedad del joven. Cosa que no acaba de convencer por su elemental y discreta excusa. ¡Faltaría más que le apoyasen!

Estos hechos son muy tristes, muy arcaicos y pasados de moda en este siglo XXI, donde esto de las neurosis fóbicas no acaban de convencer a todos por mucha ciencia que se le eche de por medio. Pero que estos energúmenos segregacionistas vean como un peligro que dos hombres se besen como lo hacen los amantes o los lícitos enamorados, es de total distorsión y de prejuicio social inexcusable. Porque esto de atacar a los homosexuales y a las lesbianas sólo por el hecho de que hayan elegido otra condición que les pueda molestar en su insensibilidad cavernícola y carpetovetónica, y si me apuran, de despectiva intransigencia que roza lo delictivo las muchas veces es cosa que roza las entrañas de la maldad.

Es obvio que la homosexualidad aún está mal vista en es esta sociedad aunque a veces lo ignoremos, porque igual, en el fondo, somos una sociedad homofóbica a consecuencia  de nuestra propia ignorancia y el miedo a conocer cosas nuevas. La homofobia se expresa de muy diversas formas. La más extrema son las agresiones tanto físicas como verbales que se producen tristemente con una cierta frecuencia, y que deberíamos de finiquitar de una vez por todas estos atentados podridos hasta el tuétano al derecho fundamental de la libertad sexual de cada cual.

Nuestra cartografía del alma ha de ser solidaria con estos agravios ataques contra la dignidad y la libertad personal. Pues la esponja del odio absorbe a todo tipo de intransigentes follajes perennes como lo harían las plantas caducas  bajo el césped que las tapiza. Estas cosas hacen que se vayan deslumbrando las rotondas que dan luz a la intransigencia más cobarde, donde no dejan ver la verdadera libertad del ser humano, libre y emancipado a su manera de ver la vida, dejando casi a ciegas a la evolución social que debería ir al ritmo evolutivo de nuestro progreso y tolerancia, poniendo a la vista un destello que hace opaca la insegura huella de irracional obsesión de ir contra hombres o mujeres homosexuales. Homofobia no es un término estrictamente psicológico. Se calcula que en el año 2000 cada dos días una persona homosexual era asesinada en el mundo debido a actos violentos vinculados a la homofobia. Amnistía Internacional denuncia que más de 70 países persiguen aún a los homosexuales y 8 los condenan a muerte. ¡Qué triste licor hirviente de necedad!

Quizás, los heterosexuales deberíamos de asumir nuestra indirecta responsabilidad y emprender una campaña de besos solidarios entre varones heterosexuales públicamente. ¡Qué tampoco pasaría nada! Este fenómeno de lacra social y de falta de consideración a los gays y lesbianas ha de ser tratado y convenido como algo educacional y pedagógico, que parta del sentido común y del respeto hacia colectivos vulnerables por la necedad de lo absurdo y el mal de umbrías profundas que engendra. Porque hay que tener claro que la homosexualidad no es una enfermedad, la homofóbia sí.

Especialistas vinculados a la psicología y a la psiquiatría reflexionan sobre el tema para ofrecer una mirada esclarecedora. Dicen  simplemente que cuando un hombre odia la homosexualidad, es que odia subconscientemente a lo que representa todo el conjunto de rasgos femeninos: pasividad, sensibilidad, sentimentalismo, preocupaciones, indecisión, temores, indefinición. En un hombre afeminado o feminizado, -sea homosexual o bisexual- aparte del acto sexual pasivo y maneras de vestir, de hablar, de gesticular, de sentarse, pues todo bien afeminado es distorsionado y adulterado. ¿Hay un gay reprimido detrás de un homofóbico?

Sergio FARRAS
Escritor tremendista

 

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